UN PASEO FUGAZ.

Llegamos, abrimos las maletas y nos encontramos dos notitas de la policía de Estados Unidos y toda la ropa revuelta...pues si, eso mismo, ¡¡¡sospechosos de algo!!!, el algo lo desconozco. Ponía que se escogen maletas de manera aleatoria para registrar de manera preventiva, cosa que me parece bien pero, ¿dos veces???...

Ducha caliente, cama blandita, antifaz para el exceso de luz que entra por la ventana sin persianas y ¡a dormir!.

Por la mañana nos encontramos con Sandie y Scott, la dueña del bed and breakfast y su hijo , respectivamente, que nos mandaron a paseo, nunca mejor dicho, porque el desayuno estaba en proceso, así que aprovechamos para dar una vuelta por uno de los enormes parques de Anchorage que estaba justo al lado de nuestro alojamiento. Podeis ver las fotos de la casa por fuera y ya sabeis, ¡no tireis las botas viejas que sirven de macetero!.

El parque era enorme, con sus lagos correspondientes y una enorme extensión de terreno hasta donde te llegaba la vista y por todas partes. Un río bordeando los árboles en un lateral, patos, carriles bici...una envidia, la verdad...

El desayuno antes de partir camino del aeropuerto fue muy interesante. Scott, hijo de la dueña del hotel, está casado con una mexicana y pasa los tres meses de verano en Anchorage pero vive el resto del año en México, así que habla español a la perfección y eso nos permitió comprender qué era exactamente lo que comíamos. Probamos una especie de mermelada con una fruta que crece en el jardín de esta mujer, muy raro, sabor agridulce, a Pedro le encantó y repitió, yo con una tuve más que suficiente. Tuvimos una conversación muy interesante, nos llamaron el taxi, presentaron también una reclamación por el timo del paquistaní y...¡camino hacía nuestro destino!

Pd: Gracias por vuestros comentarios, disfruto leyéndolos desde tan lejos, besitos a todos!!!